La verdad. (mi verdad)

La verdad. (mí verdad)

 

Cien personas presencian un hecho y cuando preguntas a cada una de ellas como se ha desarrollado y sobre sus circunstancias encontrarás cien opiniones, cien verdades sobre lo ocurrido. Podrán concurrir en cuestiones puntuales, pero sus relatos tendrán diferencias evidentes.

El poeta Ramón de Campoamor escribió:

 

En este mundo traidor

nada es verdad ni mentira

todo es según el color

del cristal con que se mira”

 

En el poeta encontramos al filósofo que acierta sobre las conjeturas de la vida, sobre los asuntos que han estrujado las meninges de estos pensadores desde Epicuro hasta Singer, sobre todo, porque su planteamiento se basa en la propia vida, en su sencillez diaria, no en la metafísica que la rodea, si no en esa simplicidad de los actos cotidianos, sin analizar consecuencias ni orígenes.

La primera batalla que tuvo que librar el hombre animal como ser racional, como ser intelectual, no fue conocer el medio, la reproducción, el alimento, el desarrollo de herramientas o recursos para prosperar, entre otros, lo primero que tuvo que vencer fue la ignorancia de sí mismo, así que el primer gran descubrimiento del Ser Humano fue él mismo. ¡Que paradoja!

Tener conciencia del Ser, saber que hay un alma, un yo interior, como quiera definirse.

En ese sentido, y aunque en otro contexto, no es desdeñable aplicar el pensamiento de Sun Tzu sobre el “Arte de la guerra” y considerando la vida misma como una lucha constante en varios frentes, tomar como premisa ante el camino que nos presenta el destino el principio básico del erudito chino que considero fundamental para afrontar cualquier nimio suceso que el devenir diario plantea, “…conócete a ti mismo”.

Aunque el fundamento y la idea primordial de este pensamiento estaba planteada y pensada para la guerra, ¿qué es la vida sino una contienda perpetua?

 

Entonces, ¿la verdad es esa conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente?, ¿podríamos responder afirmativamente?. Nadie discute la definición de verdad, pero cuando analizamos “el concepto que de ellas forma la mente” entonces es cuando creamos nuestra propia realidad, nuestra propia verdad.

Te levantas, vas al baño y te miras en el espejo, el reflejo de tu imagen es siempre la misma (más o menos), sin embargo el día que has dormido bien estás activo, pletórico y con un programa de actividades agradables te ves eufórica/o, guapa/o, fuerte, capaz de conseguir cualquier meta, superior, todo lo contrario si la noche ha sido mala o las perspectivas del día no te atraen. La imagen es la misma, pero es un reflejo, una distorsión provocada por tus condicionantes que no tendrían consecuencias si no miras hacia el exterior, si analizas el origen, que no es otro que tú mismo.

En consecuencia  la verdad  definida con el término del hebreo clásico emuna “fidelidad” ofrece una visión más real de la misma, las cosas son verdaderas cuando son «fiables», fieles porque cumplen lo que ofrecen, y esto aplicado al ego te da la respuesta a tu pregunta.

No nos planteemos si es subjetiva u objetiva, relativa o absoluta, si la alcanzaremos con experiencia, razón o entendimiento, pues todo esto queda en un segundo plano al ser honestos en nuestro conocimiento del “yo” y toda la observancia de lo que se nos antoje y nos afecte será verdad para nosotros mismos y para los que nos rodean.

“La verdad no se encuentra en la cosa” como dogmatiza Hegel, esto me empuja con  un brusco frenesí consecuente y pragmático a dejarme seducir por Ortega y Gasset, y encontrar en él, la complicidad total para responder a la pregunta: ¿Qué es para ti la verdad?

-                  “Es la coincidencia del individuo consigo mismo”.

Y añadiría que el mantenimiento de la verdad, está en la fidelidad que tengamos hacia nosotros mismos.

Todo lo demás vendrá por añadidura en nuestras relaciones con el mundo.

 

Juan Fco. Cañada