La concha me susurraba
versos azules y frescos,
al olerlos confirmaba
la belleza del momento;
espuma blanca,
Como el mármol del Himeto;
aguas cristalinas,
como los ojos del tiempo.
La atracción me domina,
me recuesto en la orilla,
quiero agarrar lo que siento.
El liquido fresco, la arena fina,
el destino inmenso.
Y me revuelco y me impregno
con el amor de Gaia y Océano.
Y la vida se detiene, elevando
el éxtasis a la altura del cielo,
urgiendo con fuerza los latidos
de un corazón satisfecho.