Inaccesible
Como una enredadera
me aprisionan tus encantos.
Y tu limo desollado
sigue siendo entretanto
un perfume que me seda,
que me lastra con espanto.
Como un vicio que me quema
me corroen tus vocablos.
Y los gemidos aullados
de tus placeres lejanos,
consumen la madera
de mi corazón profano.
Es la cárcel de tu esfera
la que con cadenas acosa
y con barrotes del Hado
prohíben el sueño amado,
a tus besos, a tus manos,
a esos labios codiciados.
Ya te alejas perforando
con tu mirada vacía
el espejismo soñado
de que vuelvas a ser mía.
Ya se mezclan desazón,
rabia, deseo y envidia.
Te veo imaginando
que tropieces en la vida
para coger tu caída.
¡Oh, egoísmo ilustrado!
Juan Fco. Cañada