Libertad para dar.
Libre quedó
aquello que nadie leyó,
aquello que nadie escuchó,
el rostro que nadie besó.
A nadie pertenece
el recuerdo
de palabras olvidadas,
de amores perdidos,
de sonidos sordos,
de tiempo malgastado.
Que queden
libre de reclamo
el salmo entonado,
la caricia despreciada,
el consejo desoído,
la vida malograda.
Juan Fco. Cañada.