Sentimientos oscuros.

I

Nada es nada,

ni tu beso,

ni tu peso,

ni tu abrazo,

solo ocaso.

Nada es nada

cuando la puerta se cierra.

Venció la amistad. 

Yo quise amor.

II

Ha llovido tanto sobre nosotros amor,

que ahora que unas hojas de otoño

nos separan como árboles baldíos,

sigo sintiendo los latidos del adiós.

 

III

Ríe promesas amargas,

delirio,

y entre llanto y llanto,

un quejío.

Llora violín

arranca lágrimas

al sordo,

canta entregado

el acorde sereno,

que sufra el hombre

lo que sabe el cielo.

Vuela al viento

sonido del tiempo;

sufre, rasga,

enloquece y …muere.

  

IV

Rasga el sol el cielo plateado

con sus cuchillos dorados

para romper el silencio,

despertando lo apagado.

Libere la deidad la alegría.

 

V

Todo de nada,

la balanza cae.

Todo de todo,

el tiempo pasa.

Dejó vacío

el camino

y lleno el deseo.

Se embarraron

los pasos,

paró el brío.

 

VI

Y llegó el tiempo de las sombras,

de la lluvia, del invierno, de pagar

las deudas, de concluir las obras.

Y llegó el tiempo de rendir cuentas

a los dioses y a los muertos.

Y llegó el momento miserable

de las putas y los perversos.

No serás menos desgraciado

por no ser el único en sufrir,

aunque pretendas malvado

amortajar penoso el hado

con el dolor infinito

que dejas tras de ti.

 

 

 VII 

Cielo gris, muerte de los castos.

La lluvia no limpia los deseos perversos,

el bufón del diablo atenebra su acto.

Espectro disoluto, perdulario protervo.

Cubre la sombra el teatro desolado

con su manto mentiroso y yermo.

Imperio de la conciencia recobrado

concede audiencia a los buenos.

Castiga dios protector de los mansos

el poder horrible del hombre ciego.

¡Oh vendetta! veneno azucarado,

placer del pobre; destruye, resurge,

consume, purifica, satisface libre.

¡Que llegue el vengador antes

de que se consuma el tiempo!

  

VIII

El reflejo de sus ojos

cae en el horizonte.

Quema el recuerdo

de sus besos.

El tiempo, pesada losa

que atrapa la soledad.

El páramo yermo 

medró para quedarse.

 

IX

Tras esos ojos, tras esos pasos

ya desnudos de luz y verdad,

no queda más que arrojarme

a los acantilados del absurdo

como gaviota sin destino.

X

Rodeado de gente

sintiendo con mayor

claridad un estruendoso

silencio y la soledad

de mi alma desnuda e irreversible.

En el sabor del silencio

que me impide descifrar

la ausencia de amor.

¿Acaso duermen los desiertos?

¿Acaso cesa el mar de navegar?

¿Acaso estoy solo?

Se escapan los deseos

entre los dedos de mis manos

y se llenan de arena seca

los bolsillos del tiempo.

Es el rumor del silencio.

Así como están las cosas

si eres la vida de mi vida

serás el remedio de mi muerte.

XI

Susurra el murmullo del agua

que serpentea lenta su cuesta.

Respiro primavera que flota

en constante resurgir

tras los gorriones y su canto.

Y el son de la oveja

y la noche en bandeja

y la luna por venir.

Veo, oigo, respiro y huelo

(y así lo escribo) a ti.

 

XII

 Tan vivo como el olivo,

tan muerto como el peñasco.

Desatendido y furtivo

esperando un desencanto

desgarrado por no haber ido.

Camino o reviento.

 

XIV MENOS 1

Acojo en mi seno

el deseo de tenerte

para oler tu cuerpo,

sentir tus labios,

soñar tus ojos,

morder despacio.

En la mirada la nada,

en la mente el destino,

el ido y el venido

y de pronto un click,

espuma azulada,

click, rocas verdosas mojadas,

click, el cielo cae en la tierra,

click, plata de mar violada,

click, las gaviotas planean,

click, mi espíritu arrancado.

Soy una presencia entre velas grises

al borde del acantilado como damas

suicidas que esperan su héroe orgulloso.

Soy un hombre que observa y aprende.

Una cruz sumergida en tu pecho

que me obliga a espiar los deseos,

apreciados atributos que me llaman

álgidos, expectantes, inalcanzables.

 

XIV

 

Veo los árboles

que adornan la montaña.

Veo las piedras

soportando la humedades.

Te veo abrazarme

como lo hacen las raíces.

Abre el cielo la boca

para dar sus colores,

ocres y rojizos primero,

anaranjados después.

Estira el mar los brazos

en liturgia agónica y perezosa,

con la sabiduría de siglos,

para arrancar colores al sol

para anunciar la paz de la noche.

 

XV

Te he buscado horas y horas junto a la luna

hasta que se cansó la vista de contar estrellas.

Te he soñado bajo el sol y en la mojada lluvia.

En las habitaciones de mi inmadurez voluntaria

y bajo la mesa de mis conocimientos primitivos

y bajo las sábanas blancas en danza, te busco.

Dulcemente, arropado en tu regazo,

empapando mis sentidos con tu olor,

entre plegarias de fe y amor,

rozando mis dedos por tu piel,

esperando que se detenga el tiempo,

buscando la eternidad.

Siempre te busco, y no te quiero encontrar.

 

XVI

Paseo bajo las nubes grises

del pasado atormentado

acompañado de los cuervos

de la omisión y el abandono,

esperando las primeras luces

que destruyan esta indigencia.

Caminar para no estar sólo,

para cosechar al dar consuelo.

 

XVII

Anegose el pasado con el deshielo

de las noches solitarias y negras.

Calmose la vida con sonidos

de primavera y el olor a mar.

Pasaron ya los días invernales,

las heladas mañanas sin aurora,

las largas noches que atormentan

mis horas, mis días, mis despertares.

Caliente el Sol las almas gélidas

para olvidar, para sentir, para soñar.

Vuelva el tiempo a ser

lo que era, algo pasajero.