Vida sin vida, muerto está el hombre
que camina pisando sus cenizas,
llorando su destino, callando su pasado.
Silencio en silencio, se olvidó el viento
que alimentaba el bajel que navegaba,
exhumando el hado, concediendo sino.
Ultraje tras ultraje, se negó la historia
que ilumina como un faro
la negada memoria, condenando al vivo.
Narcotizado y perdido, devorando cognición
se encontró el presente revelador
del orgullo malherido, encarcelando el honor.
Despierta Bestia sobre las bestias,
que no miraste atrás para sentir la piedad
que moldea las conciencias, que regala la verdad.
¡Resurge, oh, Norma, Conducta y Ciencia!
para higienizar con paciencia
la denostada presencia del ser superior.
¡Devuelve, oh, Dios al camino!
A quien perdió su destino y enturbia
feroz al mundo, con guerra, dolor y limo.
Juan Fco. Cañada