El invierno no perdona las rosas,
porqué iba yo a querer llegar al cielo.
No voy a recordar los días de no rendirse,
no voy a recordar las noches de hielo.
Voy a remover las ascuas
para que florezcan poderosas.
Seré el viento de otoño
que arranca las hojas sin remordimientos,
sin mirar atrás, sin contar las caídas,
olvidando para seguir volando.
Se rompieron la copas vacías
con brindis de falsas esperanzas.
El oro no cerrará las fracturas,
no restaurará las grietas
ni recompondrá los sueños.
El perfume olvidado
no volverá a olerse,
y los besos perdidos
no calentarán tus labios.
Dime, ¿estoy olvidando,
estoy recordando,
he encontrado el camino
de la verdad, de la vida?
¿Te estoy encontrando?
El aullido desgarrador de mis ojos
ha roto las cadenas,
ha arrancado las raíces marchitas,
ha descompuesto las mentiras
y la libertad aparece frente a mi puerta.
La bruma oscura y yerma se disipó,
las maquinaciones se esfumaron
con ... por la fuerza del hastío,
se secaron las promesas
como la mala hierba,
pudriéndose en sí mismas,
despreciadas, solas.
Quién sería capaz de comprender
que cuando me abrazabas
habías perdido la paciencia,
que cuando me decías que me querías
sudabas olvido por todo el cuerpo.
Mi alma se ha deshecho con el luto
y el compromiso necio.
Vuelvo a buscarte
y te vuelvo a encontrar.
¡Ya no estoy solo!